Tengo la sensación de conocer a Carmen desde siempre, como si ver su rostro enseguida despertara en mi memoria emocional ecos de alegría, humanidad y sensibilidad ya conocidos . Sería por el año 20 07 cuando pude disfrutar de ser alumna suya por primera vez en uno de esos cursos para profesionales del ámbito social con que , algunas como yo , comenzábamos a adentrarnos poco a poco en la terapia familiar sistémica. Más tarde, la vida nos ha ido poniendo pasillos que nos conectaban en espacios casi siempre formativos de habitáculos unas veces presenciales y otras virtuales, pero sobre todo sensitivos. Es difícil pensar en Carmen o ver su foto sin despertar una sonrisa , sin sentir conexión y un no sé qué que la hace especial . Por eso cuando me pidió que escribiera algo para su blog me sentí privilegiada , ya que le profeso una gran admiración. Su libro nos invita a una revisión profunda identitaria, a poner sobre la mesa (mejor dicho, sobre