El título del libro me invitó a leerle. Cuando acepto esta invitación y comienzo a descubrir la pluma sensible de Carmen, me atrapa. Como terapeuta infanto-juvenil, cada vez que atiendo a una persona adolescente, al escucharles, al sentir su gozo o su pena, me invita a remontarme a mi propia historia, a tener claridad sobre ella, y a ser compasiva con mi pasado como hija adolescente y a mi presente como madre de dos adolescentes, para así poder acompañar a ésta otra historia. Cuando escucho las expectativas, los miedos, las quejas y las dudas con las que llegan padre y madre de mi consultante adolescente, me pasa también que estoy muy atenta a lo que me va pasando, y a lo que se mueve y se renueva de mi historia en la historia de ésta familia. Por tanto leer a Carmen es aseverar con mi cabeza (aunque la autora no me ve), como si tuviera una charla con una cercana supervisora. Saber que me vuelvo a mirar en cada relato al mirar a estas familias con los desafíos y gozos por los que van atravesando.
Considero que es vital para cualquier terapeuta tener claridad sobre nuestra historia de origen, es vital en cada proceso que acompañamos monitorear lo que se mueve, o lo que se pone rígido. En el vínculo terapéutico que se va construyendo, la amenaza a que se rompa éste se vive en dos vías, por parte de la persona consultante como de la persona del terapeuta, por eso supervisarse es tan importante, y éste libro es una invitación constante a la "autosupervisión", para estar atentas de lo que se desregula ante una amenaza, y cómo la observamos y la metabolizamos desde la ternura y compasión profesional que debemos también a nuestra propia historia.
Un libro que aun cuando no termino aún, ya va dando sentido a mucho de mi labor clínica, y a mucha de mi historia personal.
Gracias Carmen por la pluma sensible con la que escribes.
Abril 2021
Luz del Carmen Aguilar Delgado
México
Comentarios
Publicar un comentario