La formación como terapeuta: un continuum
Violeta Mendoza Burón
Durante la lectura del libro “LA FAMILIA DE ORIGEN DEL TERAPEUTA EN SESION. MOVIÉNDONOS ENTRE FAMILIAS” no podía dejar de ir y venir por el trabajo personal que hice durante la formación de Experto en Intervenciones Sistémicas, trabajo inevitablemente vinculado a mi FO. Mientras leía sobre las reglas, los roles, la comunicación, el genograma…, las emociones subían y bajaban, me daba cuenta como me movía en la silla y no era para acomodarme sino para calmar esas emociones que me llevaban a imágenes y experiencias propias, de mi FO y de las familias y personas con las que trabajo. Al darme cuenta de cómo se me agolpaban los pensamientos en cuanto a qué concepto o recursos podría aplicar a este o aquel caso o a mí misma, me dije: “Para, ve más despacio, aquí hay mucha información y muy valiosa, disfrútala y saboréala” Y así lo hice, terminé una primera lectura rápida y estaba preparada para disfrutar del libro y trabajarlo.
Pasé entonces a una segunda lectura más profunda y serena, dándome tiempo para los ejercicios que siempre nos descubren algo nuevo, siempre salía alguna información nueva y en la que no había reparado en trabajos anteriores aportando claridad en cuanto a porque algunos casos se tornan más difíciles, me bloquean o se me “atascan”. Si me posiciono frente a esta lectura y a las actividades propuestas de manera abierta, receptiva y honesta conmigo misma, no puedo huir de darme cuenta de cuál es mi parte en un “caso difícil”. Tengo que decir que pasa lo mismo que en las sesiones de supervisión con Carmen, por mucho que contestes con evasivas, que trates de “tirar balones fuera” ella, con sus preguntas, te acaba llevando a ese “darte cuenta” de qué parte de ti misma está involucrada en el atasco del caso. Y es un lujo darme cuenta de aquellas experiencias propias traspasadas y aquellas en las que debo poner más atención porque me remueven como terapeuta frente a las familias y pacientes individuales.
La lectura del libro es un placer pero me gustaría hacer mención especial al apartado: “Conociéndonos a través del genograma”. Me sigue emocionando la valiosa información que podemos rescatar de su dibujo pero no conocía y me alegra especialmente haber descubierto a través de una de las actividades, que podemos construir nuestro genograma infantil/ adolescente para saber en qué momento se producen cambios y como el contexto en que se dieron nos ayudan a entenderlos mejor.
Siempre me ha ayudado como profesional el estar pendiente de mi autoexploración, de los cambios personales que me afectan y de la aceptación de éstos que, como dice la autora: “Van originando nuestro estilo terapéutico. Estilo que no dejará de configurarse a lo largo de nuestra vida profesional. Cómo posibilidad y responsabilidad. Cambio continúo en búsqueda permanente del “terapeuta suficientemente bueno”. Fue en uno de esos momentos de cambio en los que necesitaba ir un paso más allá como terapeuta cuando conocí a Carmen en un curso en el COP, al verla trabajar de forma tan directa, clara y eficaz me dije: yo quiero seguir a esta profesional, era lo que necesitaba en ese momento. Fue después de ese curso cuando puede empezar a supervisar con ella y formar parte del “grupo de los jueves”. Una vez al mes me nutro de las enseñanzas de la supervisora y de las aportaciones de cada una de mis compañeras, de todas ellas. Son mi apego seguro profesional.
No tengo un ritual de cierre para este libro/manual, por el momento no lo dejo en ninguna estantería, ni le pongo ninguna pegatina, lo dejo por la mesa, a la vista. He descubierto que es muy útil abrirlo de vez en cuando y repetir alguna de las actividades que propone. Interesantísimo.
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