Aviso a navegantes
Yo de pequeña quería ser maestra, bailarina o peluquera. Luego, en la época de bachiller, pasé a querer ser antropóloga, periodista de acción social o abogada de causas perdidas. Lo de ser terapeuta fue algo relativamente reciente en mi vida, y jamás hubiese pensado que el ejercer esta profesión conllevase tantos retos, miradas hacia dentro y hacia atrás. De hecho, de entrada ni siquiera imaginaba que fuese necesario hacer terapia personal antes de ejercer, aunque hoy en día lo considero imprescindible. ¿Cómo voy a poder meter mano en determinados temas ajenos si no me he atrevido a tocar los míos? Simplemente, no lo voy a poder hacer, mi intervención sería escasa, de poca calidad, carente e ineficaz.
Somos las relaciones que hemos tenido, y mi forma de ser también se concretará en la relación terapéutica: es la magia de la transferencia y contratransferencia. Si no cuento con una mirada aguda acerca de estos mecanismos, me voy a quedar atrapada, y mi paciente también, en una red de encrucijadas emocionales, de dinámicas anacronísticas que no van a ayudar en absoluto a la persona que tengo delante. No hay que olvidar que la nuestra es una profesión de servicio: yo estoy para el otro-la otra, y por eso hay que tener muy claro el desde dónde lo hago. Si la que, de repente, atiende a mi paciente es mi yo de 15 años (porque igual, lo que acabo de escuchar, me lleva directa allí), mal asunto.
Y puesto que vivo este trabajo como un ejercicio de responsabilidad muy grande, considero que también es imprescindible hacer de forma constante la supervisión de los casos que estás atendiendo. Porque puedes haberte trabajado muy bien de arriba abajo, pero siempre quedan zonas de sombra: yo digo siempre que en esto del mirarse por dentro sabes cuándo empiezas pero jamás cuándo acabas. Y en este caso es buena opción elegir a un-a profesional de confianza para que te eche un cable a desenredar la madeja que tienes delante.
Por todas estas razones arriba mencionadas, considero que debería ser obligatorio que en la universidad advirtiesen a lxs futursx psicólogxs de la santísima trinidad que hay que tener en cuenta si te quieres dedicar al oficio de acompañar a las personas que sufren (la palabra "paciente" viene del latín patiens -sufriente, sufrido): terapia personal, supervisión y formación continua.
Sara Mior
Psicóloga
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