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“EL ÁRBOL Y EL BOSQUE DE LA VIDA DE LOS Y LAS TERAPEUTAS”










Carmen me ha invitado a escribir en su blog, me ha encantado su manera de dirigirse a mí, con tanto entusiasmo y sinceridad. No nos conocemos pero leyó mi artículo en Mosaico y le gustó tanto que se atrevió, tal y como me lo ha trasmitido ella, a proponérmelo.

Presenté un taller en el XL Congreso Nacional de Terapia Familiar que se celebró en Tenerife en 2021. El nombre que le puse fue: “Además del F.O.T.: El árbol y el bosque de la vida, un recurso para el trabajo de los aspectos emocionales y relacionales en la formación de Terapeutas Familiares”. Fue un momento muy importante para mí. En aquella ocasión fui yo la que me atreví, como Carmen lo hizo al dirigirse a mí sin conocerme directamente, a compartir el trabajo que llevaba haciendo desde hacía algunos años dentro del trabajo personal de la formación de Terapeutas Familiares de Psicosoluciones, en Cáceres. Fue una experiencia estupenda y todo un reto para mí y a raíz de este me propusieron otro reto más, escribir el artículo para la revista de la F.E.A.T.F., Mosaico.
Me formé como Terapeuta Familiar y me dedico a la formación como Supervisora docente. A medida que me he ido desarrollando como profesional, a lo largo de más de 20 años, dentro del ámbito de la Terapia Familiar, he ido comprendiendo que lo de Familiar necesitaba ser ampliado, al menos en mi propia experiencia, en el trabajo que realizaba con quienes se estaban formando, para que fuera realmente sistémico.
Me formé en Psicoterapia e Hipnosis Ericksoniana en el Instituto Erickson Madrid-Los Ángeles, en Madrid, y posteriormente en el Máster de Terapia Narrativa y Servicios Comunitarios de la Universidad de Extremadura, en Cáceres, mientras seguía desarrollando la formación en Terapia Familiar e Intervenciones Sistémicas en Psicosoluciones y junto a mi propia transformación iba transformándose la forma de impartir la formación. El trabajo fin de máster fue el fruto del trabajo realizado sobre la aplicación integrada de la práctica narrativa del árbol y el bosque de la vida, la psicoterapia ericksoniana y la terapia centrada en soluciones al trabajo personal en grupo de los terapeutas en formación. 



A partir de ese momento seguí aplicando esta práctica, cada vez más interiorizada, integrada y ampliada en el trabajo con profesionales, tanto en los Programas de Formación de Psicosoluciones como en otros contextos públicos y privados desde los que me invitaban a desarrollar este trabajo. En muchas ocasiones, estas invitaciones surgían del deseo y de la necesidad de autocuidado y de cuidado de redes de profesionales que trabajaban en contextos socio-sanitarios. Esta práctica generaba sentido de pertenencia, los profesionales que participaban creaban lazos, relaciones de colaboración, sintonía emocional. Se compartían recursos, respuestas compartidas y comunes ante situaciones muy similares. Se convertían, nos convertíamos, en testigos externos conectando emocionalmente con las experiencias que se compartían y con nuestras propias experiencias en relación a ellas. Se creaba comunidad, comunidad de terapeutas, y de estos encuentros surgían y se desarrollaban relaciones que trascendían ese momento y se convertían en recursos relacionales para quienes participaban de esta experiencia. El sentido de agencia personal de los y las participantes echaba raíces en el grupo y estas se extendían hacia otras relaciones de sus contextos particulares.
En el taller que compartí en Tenerife introduje, como en otras ocasiones, elementos ericksonianos. En esta ocasión se trataba de un cuento que incluía una regresión a la infancia. No era ni más ni menos que un cuento, pero su efecto hipnótico permitió a los participantes, que apenas cabían en la sala, trasladarse a ese momento de su vida con expectación y conectar, desde ahí, con sus recursos y con sus posibilidades de desarrollo como profesionales. 
El dibujar el árbol, en Tenerife, y posteriormente el colocarlos todos juntos en la pared y poder pasear, en la medida de las posibilidades que permitía la sala y quienes la ocupábamos, por ese bosque metafórico, contemplando la belleza de la singularidad de cada árbol, la diversidad compartida, dio rienda suelta a la creatividad de los participantes, sintiéndose, una vez más un poco más cercanos a esa etapa de la vida en la que, de alguna manera, somos más nosotros mismos.
Fue una experiencia de esas que te marcan, te estimulan y te hacen sentir que vas por buen camino, por aquel que tú misma vas creando, junto con todas esas personas que te van acompañando, alentando y sufriendo también en ocasiones a lo largo de la vida.
Con el F.O.T. echaba de menos integrar otras relaciones que no son familiares, lo sistémico en toda su amplitud. El trabajo con el árbol y el bosque de la vida de los terapeutas en formación permite integrar todo tipo de relaciones y recursos emocionales en el trabajo personal de los terapeutas en formación. Genera sentido de pertenencia, nos hace sentir que todos formamos parte de un bosque compartido y que compartimos recursos y posibilidades. Transforma nuestra identidad como terapeutas, ya que esta solo puede construirse sistémicamente, en comunidad, en la emocionalidad de las relaciones con nuestros compañeros y compañeras, con los que compartimos dificultades, esperanzas, recursos y también tantas posibilidades como queramos y podamos construir juntos. Esta práctica nos conecta con aquello que nos hizo elegir nuestra profesión, lo que nos hizo elegirla y lo que nos hace seguir eligiéndola, una y otra vez, cada día, a pesar de las tormentas, ya que estas, vividas en comunidad, se viven de manera diferente.

Gracias por vuestro interés y formar parte de esta comunidad

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