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Límites en sesión y Familia de Origen






    El inicio de cada formación/supervisión desde la Familia de Origen es una aventura difícil de describir.
    Nuevos profesionales con nuevas inquietudes, necesidades y nuevas familias. Las que traen del trabajo, las suyas propias y las que configuran entre ellos trabajando codo con codo. 

    El final no es menos incierto e interesante.

    Nos quedan balances siempre buenos. Y como es habitual con la sensación aprender de y con quienes quieren aprender con nosotras, pero sintiendo el siguiente paso necesario en el quehacer para seguir ayudando. Porque las necesidades son diferentes en temática y en complejidad. Porque cada vez que podemos ver más necesitamos más recursos. 

    Es lo que trae el aprender constante y el buen acompañar.

    La última formación con profesionales que trabajan en la infancia y adolescencia en sistemas de acogida nos trajo, a Beatriz Pérez-Manglano y a mí, regalos maravillosos para enriquecer nuestro mirar y, a la vez, el suyo.

    Una participante comentaba en su supervisión acerca del trabajo con una familia con la que se atascaba frecuentemente:
    “Es que me tienen que adoptar a mí también. Después de la relación que tenemos de dos años no puedo pensar que no estoy en su sistema también. Y que eso me importa (y me afecta)”. 

    Nos planteamos entonces, ¿cuáles son los límites cuando trabajamos con familias con problemas de límites?

    Es más que lícito pensar en los límites que se ajusten a las necesidades de la familia para desarrollarse y facilitar el crecimiento de sus miembros.
La situación se hace más compleja cuando los límites por parte del profesional ponen en riesgo (o así lo puede sentir) que le adopten, que le integren como parte del sistema y no le expulsen. Por otro lado, un isomorfismo con lo que en ocasiones se respira en el aire del acogimiento y que sienten los y las niñas en acogida. 

    Los supervisores/formadores sabemos la frecuencia con que los/as profesionales supervisan casos de problemas de límites. Problemas para poner límites en el horario, en el continuo hablar de un/a paciente, en el cobrar o en dedicar a la familia o paciente ese poquito más de tiempo de tu propia parcela personal porque “me sabe mal” “es que lo necesitan” “ellos no tienen la culpa de..”.

    La cuestión no es que necesiten algo más de ti o que los límites no sienten del todo bien cuando se ponen. El problema es que es una forma de relacionarse. Una manera de enseñar “en relación” cómo se puede funcionar y cómo no. La solución pasa por verlo como una necesidad más que atender. 

    Plantearse cómo enseñar lo que no saben porque nadie les enseñó. Y no es que sea lo más importante de la intervención seguramente. Pero es una base de funcionamiento seguro que no podemos dejar de ofrecer al paciente. Es necesidad, no gusto.

    Ahora viene (¿cómo no?) nuestra familia de origen, la del profesional que interviene. La del/la supervisor/a que acompaña.

    Y, curiosamente, encaja la misma reflexión: es una necesidad del profesional que no podemos dejar de ofrecerle para su mejor trato con los pacientes. Enseñar la necesidad de límites, incluso poniéndoselos a ellos también, claro!.

    Es posible que en las sesiones familiares donde la familia o los diferentes miembros de la familia pueden generar disparadores que activen intensas emociones y reacciones en el terapeuta. Disparadores que la persona del terapeuta tiene que manejar a la vez que el terapeuta profesional evalúa e interviene en el aspecto relacional. Cuestionar a la familia sobre sus dinámicas familiares, reglas de funcionamiento, límites, la funcionalidad del síntoma o secretos de familia pasa por tener integrados los nuestros (**).  
Es lo que Joan Coderch (2018) denomina función reflexiva del self

    Así que os invitamos a reflexionar. A detectar disparadores que los pacientes tocan sin querer, reglas obsoletas que nos impiden crecer o límites basados en el miedo y no en la realidad.

    Porque los pacientes necesitan urgentemente unos profesionales “transformables”, que desarrollen variedad de aquellos “yoes” que podemos llegar a ser podremos ayudar a transformar un mayor abanico de experiencias de los pacientes. 

    Ahora os preguntamos: ¿Qué límites os cuesta poner más? ¿qué reglas o expectativas familiares tenemos que poner encima de la mesa? ¿a quién o qué necesitamos ser un poco desleales para ser más leales con nosotros/as?.

    Y dicho esto: ¡Qué la suerte os acompañe! ;)


(**) Del libro “La Familia de Origen del Terapeuta
en Sesión: Moviéndonos entre familias”





Carmen Casas García y Beatriz Pérez-Manglano
Terapeutas Familiares

Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo . Imprescindible saber poner límites . Gracias me ha gustado muvjo

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