Hace algunos meses que Carmen me propuso escribir en su blog.
Su propuesta me asustó, me agradó, me preocupó, y es así que ha ido pasando el tiempo y hoy 20 de enero de 2025 paso a este texto una idea a la que comencé a dar forma la semana pasada.
Sé que tan solo aporto una experiencia limitada y un montón de carencias para las que pido indulgencia.
De todos modos deseo dar respuesta a la generosa invitación, y corresponder a su disponibilidad.
En estos meses me he jubilado y he debido abandonar las tareas diarias que en buena medida me han ayudado a ser persona en estos casi 38 años de trabajo.
He trabajado con gusto, he aprendido, y pienso que he escuchado y acompañado a un montón de personas un tramo de sus vidas.
Nos encontramos, caminamos juntos, y un día nos despedimos.
Creo que a estas alturas puedo decir que soy un experto en encuentros y despedidas.
En los 6 años de estudios y quizás 4 ó 5 más de asistencia voluntaria al hospital, no he dicho que soy médico y que el año pasado cumplí 67, nunca se habló del trabajo a realizar como de algo que hubiera que contemplar desde la “complejidad”. Aparentemente cada situación tenía su causa, y su remedio.
La realidad en pocas ocasiones se ajusta a este modo de mirar la vida.
Tampoco recuerdo que se planteara la necesidad de entenderse uno y conocerse mejor para afrontar el impacto de las relaciones que íbamos a establecer, y las derivadas de lo vivido en ellas.
En el mejor de los casos bastaba con hablar de la “vocación” para explicar por qué te habías decidió a estudiar medicina en mi caso, supongo que para otros estudios seria igual.
No se ahondaba en ningún momento en el por qué elegir esos estudios de forma que nos pudiéramos encontrar mejor preparados para entender nuestras actitudes, nuestras respuestas, y encajar del mejor modo posible los malestares y el sufrimiento que la vida profesional nos iba a proponer.
Quizás también para que los “éxitos” no nos desbordaran y no nos hicieran perder pie.
A la par nuestra vida cotidiana, como la de cualquier ciudadano corriente se iba a ver inmersa en situaciones que nos zarandearían emocionalmente, ocasionándonos desorientaciones.
Como ambos espacios la vida cotidiana y la profesional se entretejían y nos iban a condicionar en ambos desempeños, en distintos momentos.
Cada uno proveníamos de una historia familiar, y cargábamos con modos diferentes de abordar los acontecimientos, en buena medida aprendidos en los primeros lances de nuestra vida, propiciando un mayor o menor grado de validez para afrontar satisfactoriamente lo que la vida nos iba a ir presentando.
Todo esto iba a formar parte de las herramientas y de las condiciones de partida con las que íbamos a acompañar vidas adolescentes, acoger niños, acompañar familias, atender personas solas, acoger el sufrimiento, validar la tristeza, recibir la rabia, sentir el miedo, encajar el fracaso, sentirnos inútiles,..Todo esto iba a resonar del modo que correspondiera en nuestras vidas, en la mía, oscureciendo lentamente o de forma abrupta nuestra capacidad para llevar adelante nuestra tarea de un modo suficientemente bueno.
Quizás hubiera sido oportuno que en la construcción profesional, y teniendo en cuenta lo descrito hubiera tenido más importancia el trabajo personal que nos hubiera permitido conocer mejor nuestras capacidades y debilidades de forma que al menos hubiéramos podido reforzar estas últimas favoreciendo un mayor equilibrio en el ejercicio profesional.
Fomentar la necesidad del otro y del trabajo entretejido con otros profesionales, favoreciendo mayor solidez, mas sostén para el profesional, mas apoyo.
Introducir métodos de supervisión que acompañaran en el proceso madurativo de los profesionales, proporcionando cuidado, ofreciendo espacios en los que aliviar la carga de sufrimiento acumulada, iluminando situaciones imposibles, favoreciendo un trabajo personal en el que las heridas pudieran cicatrizar. Entendiendo la supervisión como algo intrínseco a estas tareas de ayuda, y sin la cual estas no se pueden llevar delante de un modo suficientemente bueno.
Miguel Ausejo
Médico
Director de FAIM (Fundación para la Atención Integral del Menor)
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