Cada profesión tiene sus características asociadas. Unas sobre el puesto laboral y otras sobre la persona que ocupa dicho rol.
La profesión de psicología es muy vocacional. Yo no recuerdo cuando empecé a pensar que ayudar a los demás era la base de mi energía interior pero sí alcanza mi memoria al momento en el que pensé que mi responsabilidad como terapeuta era conocerme a mí como persona. Fue cuando empecé a formarme como terapeuta familiar en la escuela Fase Dos de Annette Kreuz.
Irene Aguilar dijo: “recordad un cuento de vuestra niñez y redactarlo”.
Yo, que siempre he sido bastante obediente, así lo hice.
Unos minutos después dijo: “pensad qué tiene que ver ese cuento con vosotras”.
Yo leí el cuento.
Un minuto después pensé “no tiene nada que ver conmigo”.
Cinco minutos después pensé “¡es clavado a mí!
No me había vuelto loca. Los insights vienen así, sin esperar y sin avisar.
La diferencia de cuatro minutos es la clave.
Leer entre líneas.
Juzgarse.
Mirarse con amor y compasión.
Atreverse.
Desde ese momento supe que mi vida estaba marcada por muchas huellas de mis generaciones anteriores. Y pregunté. Me cuestioné. Averigüé. Y para eso, los talleres de Familia de Origen y los materiales tan fantásticos como el nuevo libro de Carmen Casas son el mapa del tesoro.
Te ayudan a pisar en las direcciones. Te acompañan en el viaje.
Y sobretodo: te descubren el gran tesoro que hay en ti: eres la confluencia de muchas personas, genes y factores. Saberlo te ayuda a estar en paz. Saberlo te ayuda a no quedarte atrapada. Saberlo te hace ser mejor profesional.
Y además, creces como persona. ¿Se puede pedir más?
¿Qué profesión conocéis más bonita que esta?: Buceas en muchas mentes y recoges aprendizajes con cada persona a la que acompañas y con la que intervienes. Para mí es un honor, un privilegio y una gran responsabilidad.
Raquel Regal
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