A lo largo de dos fines de semana mediante ejercicios de autosupervisión, la revisión de nuestra propia historia y el genograma personal y profesional hemos ido explorando recursos y vulnerabilidades.
La revisión y aceptación de nuestro lugar, en el sentido más amplio del término, en los contextos que nos enmarcan durante años ha permitido elaborar un rico baúl de herramientas. Estas tienen el valor añadido que les dota el emerger desde cada una de las profesionales.
Permitiendo así honrar y ser leal a las familias de origen. A la vez que permite también ser desleal y cuestionar creencias y dinámicas, en el largo camino de la apropiación de la propia historia del terapeuta.
El objetivo no es otro que ayudar más y mejor a los pacientes que tienen el coraje de confiar en nosotros. Muchos de ellos procedentes de experiencias donde la confianza ha sido cuestionada en muchas ocasiones.
Este sábado y para finalizar la formación se pidió a las asistentes que eligieran un amuleto que pasaría a formar parte de su baúl de tesoros-recursos como símbolo de lo que había significado el taller para ellas.
Me parece que estos regalos que se hicieron entre ellas y de los cuales también fui participe, debe ser compartido para pasar a pertenecer a todo aquel/la que pueda incorporarlo a su propio baúl de los tesoros.
ALGUNOS AMULETOS-REGALO
Para mí, lo aprendido en el taller se podría simbolizar como:
- Pájaros que echan a volar en busca de saber y la libertad
- Un árbol que se nutre por las raíces, pero también por las hojas en un continuo crecer.
- Una intersección de historias y de familias que forman parte de toda sesión
- Un buho que me permite estar atenta a mí estar en sesión. Cuidarme para cuidar mejor.
- Multitud de puentes que me permiten acceder a las familias y ellas a mí, en un intercambio fluido de experiencias.
- Las familias detrás de cada paciente y mi propia familia detrás mío en detrás mío en cada sesión.
Gracias chicas, gracias a la asociación.
Un placer
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