Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor,
vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.
1Cor 13,1-2
SOMOS NUESTRAS HERRAMIENTAS DE TRABAJO
Jorge Gil
No podemos pretender ser perfectos ( "lo que no puede ser, no puede ser, y además es
mposible") pero si hemos de aspirar a ser conscientes de nuestras fortalezas y debilidades, de
cuales son nuestras capacidades y de cuales carecemos.
Saber si soy un martillo que sabe golpear con precisión confrontado en la justa
necesidad; si soy un destornillador que es capaz de desmontar y montar piezas sin
perder ninguna de ellas o si soy un alicate que extrae clavos oxidados para poder
colocar otros nuevos que den sujeción. O saber si soy bisturí que secciona y corta con la
precisión suficiente que permite abrir lo necesario o soy aguja e hilo que cose heridas y
ayuda a cerrarlas.
¿Qué hay en mi maletin?Si soy más bisturí (o martillo) que aguja (o destornillador)
tengo que aceptarme y trabajarme para poder coser y ensamblar a aquellas personas,
aquellas familias que necesitan suturas y no cortes incisivos.
No debemos ni podemos aspirar a estar completamente sanos (cuerdos) pero si a ser
conscientes de nuestras taras y trabajar(nos) para evolucionar.
Este "discurso" es mi entradilla en la primera conversación que mantengo con mis
alumnas/os cuando comenzamos el viaje de la formación.
Las ideas, los conceptos, la teoría (sistémica o cualquier otra) es muy importante. La
praxis, la supervisión directa e indirecta de casos es necesaria para el aprendizaje
psicoterapéutico, pero si no soy consciente de mi, de nada me sirve, porque queriendo
golpear estaría cortando.
Esta es la gran riqueza del FOT.
Pero esto adquiere mayor y mejor experiencia en el grupo. Podría hacerse, y de hecho
se hace, en un proceso individual, pero el grupo es una gran caja de resonancia, un
auditorio de tal acústica que amplifica todo lo dicho y vivido, permitiéndonos escuchar
aquellas voces, aquellos sonidos que hasta ahora no habíamos sido capaces de percibir.
Es ahí donde tiene sentido nuestro trabajo, como directoras/es de orquesta:
ayudamos a que cada persona, cada instrumento suene un poco más afinado, y el
acorde del violonchelo resuene en la melodía de oboe de manera que ambos se
enriquezcan.
Y además, cuanto menos se note nuestra presencia mejor será nuestro trabajo,
porque ellas y ellos estarán experimentando (es la única forma verdadera de aprender) su
validez, sus cualidades y sus limitaciones, sintiéndose los verdaderos protagonistas de
su proceso, creciendo en fe en sí mismas/os para salir al mundo con su maletín a hacer
lo que buenamente puedan.
Pero si tuviésemos que resumir en que consiste nuestro trabajo podemos decir:
amémoslas/los y ayudémoslas/los a amarse con consciencia.
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